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viernes, 21 de septiembre de 2018

Historiando cantares - Allá por Yahaverê

Hola amigos del blog.
En julio del año 1980 "Los de Imaguaré" graban su tercer disco titulado "Chamamecero" con la siguiente conformación: Julio Cáceres (recitados y canto), "Pocholo" Airé (guitarra), Ricardo "Tito" Gómez (bajo y canto) y Joaquín "Gringo" Sheridan (bandoneón y acordeón). Uno de los temas de este disco, y al cual haremos referencia, fue un hermoso chamamé fruto de la inspiración de "Tito" y que él mismo con su guitarra le dio la primera forma, para luego, en compañía con el bandoneón del "Gringo", naciera "Allá por Yahaverê". Si bien la historia tiene ribetes picarescos, guarda un trasfondo melodramático debido a un encuentro muy fugaz donde nada llegó a concretarse, dejando al "pobre" "Tito" nada más que con los recuerdos de los ojos y labios de aquella guainita...
Pablo


Por Ricardo "Tito" Gómez

Corría el año 1979 y nosotros ("Los de Imaguaré") vivíamos en Buenos Aires. Me refiero a los integrantes originales del grupo citado, a saber: Joaquín “Gringo” Sheridan, Julio Cáceres, Carlos Núñez y yo. En verano de ese año, en ocasión de una visita a Mercedes (Corrientes de todos nosotros, Julián Zini nos invitó a hacer una visita al Complejo de la Laguna del Iberá, entonces sólo poblada por los estereños (LOS LEGÍTIMOS DUEÑOS DE LA TIERRA) porque él quería llevar la Virgen de Itatí para que esa gente la conociera y nos invitaba a nosotros, porque esas familias de estereños jamás habían visto un grupo de chamamé en vivo. 

Allá fuimos entonces a conocerlos y a pasar una semana internados allí, solo que "Carlitos" Núñez no fue no sé bien por qué motivo y solo fuimos con Julián, "Gringo", Cáceres y yo. Confiado como siempre, yo entré a ese espejo de agua inmenso, en que por momentos solo se veían, cielo y agua nomás, muy livianito de ropas. Resultado de mi inconciencia, mis piernas sufrieron quemaduras de segundo grado por haber ido solamente con un short, y en cada familia que visitábamos las mujeres de la casa me ponían cremas para esas quemaduras que dolían, ¡ustedes no saben cómo! 

Una vez cumplidos nuestros objetivos al visitar a casi todas las familias del Paraje Yahaverê, como al otro día regresábamos, resolvimos hacer un gran baile en la casa de uno de ellos e invitar a todas las familias que habíamos visitado…

Pregunté a nuestro guía, don "Cambicho" Barbona, si vendrían guainas y me dijo… "Claro pues chamigo…El paraje tiene muchas de ellas y son hermosas". Entonces, ante esa afirmación y aprovechando que "Gringo", Julio y Julián fueron en una jardinera a invitar a las familias del paraje, yo, con intenciones non sanctas, me las ingenié para desarmar la carpa que habíamos armado entre los cuatro y la saqué del frente de la casa y la llevé detrás de la casa y la re- armé, pero esta vez, entre las cañas de un cañaveral que estaba allí.

Mientras arribaban las familias al atardecer, ya me di cuenta que "Cambicho" había hablado con razón…Iporáma las guainas chamigo! Mientras una guaina, de esa casa donde sería más tarde el baile, nos cebaba mates con tortas fritas que ella misma había amasado para agasajarnos, nos pusimos de acuerdo entre los músicos y dijimos: "mientras 'Tito' acompaña a "Gringo" con su fuelle, yo bailo" -dijo Julio. Y yo respondí: "...claro, pero después vos venís a acompañarlo para que yo pueda bailar, 'tá?" 

Así fue que comenzó el baile y yo ya estaba enamorado de una guainita de ojos de miel y sonrisa de aurora que me miraba insistentemente y que no pasaba de 18 años. Debo aclarar que en ese entonces yo tenía 28 años y todo el don de mujeriego encima. Cuando bailaba Julio, yo tocaba la guitarra y la miraba, y después, cuando me tocaba a mí el baile, salía a bailar con ella, pues con un tácito respeto por el dueño de sus miradas, en esa noche ella no bailó con nadie más que conmigo. En un momento en que no me daba cuenta, porque bailábamos los dos con la luz del sol de noche, que detrás de cada brasita encendida de los cigarros en la ronda que nos cercaba, había un hombre mirándonos, le dije a mi amor de una sola noche: "tengo una carpa allá atrás… ¿Vamos?". Ella me dijo … "Vamos". Entonces, tomándola del brazo encaré para la carpa. Allí entramos y nos encontramos con la desagradable sorpresa de que el cura, sentado en el medio de la carpa, me decía socarronamente..."Hola Tito! Cómo estás?" Ahhh!!! jajajajaja. En esa noche fue muy poca la gracia que me hizo eh? Julián me conocía muy bien, y ya cuando no vio la carpa frente a la casa se imaginó al toque que me traía entre manos. Regresamos a la pista con mi guainita y allí un guitarrero de la zona que ejecutaba con maestría punteados al estilo campero le pidió a "Gringo" que deje el bandoneón y dijo con esa comprensión callada de nuestros paisanos, voy a tocar "El jilguero", un clásico chamamé correntino, para que baile "El músico" notando que "Gringo" no había bailado en toda la noche…Qué generosa es nuestra gente! Así fue, que aunque sea una música, también el "Gringo" Sheridan pudo bailar esa noche. 

Terminaba el baile y mientras todos se despedían mi guainita me tomó de la mano y llevándome donde no había nadie, me besó largamente mientras decía con un suspiro y con una expresión muy usada en Corrientes… "Ohhh, destino en poder ajeno", consciente de que nuestras vidas, jamás volverían a cruzarse ya que yo no volvería jamás a aquel paraje donde conocí sus besos y ella no iría a Mercedes, incomunicados para siempre, ya a partir de esa misma noche porque en ese tiempo no existía Internet, celulares, WhatsApp, ni mbaé añá. 

Al otro día, ya en la canoa de don "Cambicho" que nos llevaba de regreso, yo tomé mi guitarra con toda la nostalgia de lo vivido en esa noche anterior y sugería una melodía con ella, y "Gringo" tomó su fuelle y le dimos la primera idea a esa canción de los dos. Julio entonces tomó lápiz y papel y poetizó las glosas del comienzo que, en forma breve, pintaba lo ocurrido un rato antes, con mucha poesía, ya que a la exclamación de mi compañerita de baile al besarnos de… "Ohh destino en poder ajeno" le dio la belleza de la poesía en la parte que él mismo recita en la grabación de esa canción con estas rimas: "La luna cerró los ojos y en silencio te besé, qué corto el tiempo dijiste y qué grande mi querer!" 

Esto les digo para los músicos que sabrán diferenciar muy bien la parte de tonalidad mayor, indudablemente con el estilo de "Gringo" y la parte en que la tonalidad se convierte a menor, con el tratamiento armónico de la sucesión de acordes y la melodía no muy frecuente para aquellos tiempos, compuesta por mí…

Los que tocamos en esa grabación en este tema, fuimos "Pocholo" Airé, "Gringo" Sheridan y yo. Les dejo abajo el vídeo con la canción…Espero que hayan disfrutado con el relato de cómo nació esa bella canción de amor, sin letra pero con una melodía tan enamorada que toca nuestros corazones, ayé compañeritos músicos?

domingo, 14 de enero de 2018

Historiando cantares - Tiempo de reencuentro

Hola amigos.
En el año 1986, Ricardo "Tito" Gómez junto con los hermanos Joaquín "Gringo" y Miguel Angel "Michel" Sheridan se desvinculaban de "Los de Imaguaré" dando origen al "Grupo Reencuentro", en compañía del "Bocha" Santiago Sheridan (recién repatriado desde Asunción del Paraguay) y Orlando "Carozo" Gutiérrez. Comenzaron con el nombre de "Quinteto Reencuentro". Con esta agrupación grabaron los dos primeros discos: "Neike chamigo" y "El canto de nuestra gente". Más tarde "Carozo" Gutiérrez abandonaría el grupo para ser músico de Teresa Parodi y daría lugar a Carlos Miño.


El chamamé "Tiempo de reencuentro" fue compuesto por Ricardo "Tito" Gómez y fue grabado en 1986 formando parte del álbum "Neike chamigo" del "Grupo Reencuentro". Al momento de su grabación, la agrupación estaba conformada por Miguel Angel "Michel" Sheridan (1ra. voz, dúos y guitarrón), Orlando "Carozo" Gutiérrez (1ra. guitarra), Joaquín "Gringo" Sheridan (bandoneón y acordeón de dos hileras), Ricardo "Tito" Gómez (dúos, 3ra. voz y guitarra) y Santiago "Bocha" Sheridan (1ra. voz y 3ra. alta). Como músicos invitados estuvieron Mateo Villalba y Oscar Alem.

Ricardo "Tito Gómez

Ricardo "Tito" Gómez en su libro autobiográfico digital "De las musas en mi vida" (Capítulo XIV) relata cómo nació su chamamé "Tiempo de reencuentro".


Al respecto, "Tito" afirma que "...soy el único autor de "Tiempo de reencuentro"....la compuse a solas en una madrugada en un viaje en tren a Corrientes capital. Después permití que el "Gringo" Sheridan firmara la declaración ante SADAIC de que también era suya…por generosidad hacia aquel amigo de la infancia… solo fue eso…. ESA NO ES LA VERDAD… Me pertenece solo a mí y pongo a Dios por testigo en esto…"


TIEMPO DE REENCUENTRO

El lunes 7 de enero de 1986, de madrugada, estaba con mi equipaje en la estación Mercedes del Ferrocarril General Urquiza esperando el tren "El correntino", que todavía hacía Buenos Aires - Corrientes. Éste venía atrasado y lo tomé como a las 01:30 hs y como saqué pasaje de primera, el vagón estaba a oscuras, repleto de gente durmiendo. Vale decir que me esperaba un largo viaje de pie. Acudía al primer encuentro con Joaquín "Gringo" Sheridan para dar forma a mi proyecto, el que se transformaría luego en el “Grupo Reencuentro”. Durante ese viaje, sentí la necesidad de preparar algún tema nuevo para el primer ensayo. Me brotó de pronto la melodía de un tema instrumental y hasta su nombre: “Tiempo de Reencuentro”, el que fuera luego el primero de una larga lista. En el viaje en tren, para este primer ensayo, me preguntaba qué temas haríamos con este nuevo grupo ya que no tenía nada compuesto para él; y en este punto me detengo para hacer notar mi pérdida del sentido de pertenencia de las canciones grabadas por "Los de Imaguaré" o sea la pérdida de lo inherente a mí, a mi propia creación, esas canciones… eran de "Los de Imaguaré". Esa situación me iba preocupando en el viaje; ¿qué tocaríamos? En el tren, camino a Corrientes comencé la creación "in mente", (ya que no tenía guitarra) de una melodía para estrenar en ese primer ensayo. Me proponía conseguir que la misma sonara en síncopa, para diferenciarla de todo lo que había compuesto hasta entonces; porque repito, quería que de allí en más, todo fuera diferente, superior. También mentalmente le incorporé los acordes y cuando tuve todo eso armado en la cabeza, el resultado me encantó. Mi preocupación consistía en no olvidar la melodía- ¡no tenía guitarra ni grabador! Entonces en pleno fervor creativo, comencé a tararearla despacito para fijarla en la mente y luego cada vez más fuerte. Me parecía una verdadera joyita que sonaría maravillosamente en el bandoneón del "Gringo". Como suele suceder con la mayoría de las genialidades, tropecé con la incomprensión: los pasajeros, entre chistidos y calificativos, protestaron: ¿quién es ese loco que va gritando mientras todos estamos durmiendo? Sin amilanarme, proseguí mi canto, pero ya en voz muy baja. Si prestan atención al escuchar "Tiempo de reencuentro" notarán que el acompañamiento imita el ruido que hace el tren al pasar las juntas de los rieles, ese fue el elemento rítmico que me acompañó a la hora de crear. Cuando llegué a la terminal, cubrí casi corriendo las dos cuadras y media que me separaban de la casa de “Gringo”. Cuando éste abrió la puerta ante mis golpes desesperados, le grité: "¡Gringo, Gringo, sacá tu bandoneón yá, que tengo una música y no me la quiero olvidar!". Se la canté nota por nota; y sólo descansé, cuando él la tuvo fijada en su instrumento. Fue ese, el primer tema que grabamos en nuestra primera placa “Neike Chamigo” en el sello Odeón, en otoño del '86.


Continúa "Tito" Gómez diciendo: "Y para que vean que hay otros músicos capaces de tocarla tan bien o mejor que el "Gringo", subo acá la versión inédita de Rudy y Nini Flores que la hicieron muy suya en una versión que se llama inédita porque está grabada en un estudio pero no está en ningún disco de ellos."

"Tiempo de reencuentro" en versión de los hermanos Rudy y Nini Flores.

"Tiempo de reencuentro" en versión de "Grupo Reencuentro" (1er. disco).

"Tiempo de reencuentro" en versión de "Grupo Reencuentro". Actuación en vivo en "Video Cable" de la ciudad de Bella Vista, Corrientes, 8 de septiembre de 1989 (minutos antes del trágico accidente). Músicos: "Tito" Gómez, Carlos Minño, "Gringo" Sheridan y "Michel" Sheridan.

sábado, 11 de marzo de 2017

Historiando cantares - Niña del ñangapirí

Hola amigos.
Con el permiso del maestro Ricardo "Tito" Gómez, comparto este relato escrito por él en donde cuenta la historia de la melodía del chamamé "Niña del ñangapirí". Pero antes quiero dejarles un poco de la historia de su paso por dos agrupaciones que fueron fundamentales para expresar toda su creatividad artística musical.

LOS DE IMAGUARÉ

El grupo "Los de Imaguaré" nació el 5 de julio de 1977. En el año 1978, el conjunto estaba integrado por Julio Cáceres (guitarra y voz), Joaquín "Gringo" Sheridan (bandoneón y acordeón), "Pocholo" Airé (guitarra) y Roberto Galarza (guitarrón). "Pocholo" Airé se va y cuando surge la propuesta de una grabación (el 1er. disco larga duración), Cáceres y Sheridan viajan a Buenos Aires con Oscar "Cacho" Espíndola (invitado solamente para esta grabación) y Roberto Galarza para grabar "Viajeros de sueños" en agosto de 1978. En este disco aparece por primera vez "Niña del ñangapirí" cantado por Julio Cáceres. A pesar de no integrar todavía el grupo, "Tito" Gómez era el principal melodista de los versos de Julián Zini. De los 12 temas grabados, la autoría de "Tito" Gómez aparece en 6 temas ("Desde la patria chica", "Canto agradecido", "Niña del ñangapirí", "Nuestros sueños y la distancia", "A orillas de tu silencio" y "A un amigo verdadero").
En octubre de 1978, Roberto Galarza se retira y se integra Carlos Núñez. Con él presentan el disco en giras por todo el país. En octubre de 1978 también se integra Ricardo "Tito" Gómez, quedando entonces conformada la agrupación de la siguiente manera: Cáceres, Sheridan, Núñez y Gómez, quienes graban el 2do. trabajo titulado "El camino del amor". Carlos Núñez se aleja, se reintegra nuevamente "Pocholo" Airé y graban el 3er. disco titulado "Chamamecero" en julio de 1980. Posteriormente, se va "Pocholo" Airé y entra Rudy Flores y graban el 4to. disco "Nuestro canto" en 1981, siendo éste el último disco en el que participa "Tito" Gómez con "Los de Imaguaré".


"Los de Imaguaré". Año 1979. Julio Cáceres, Carlos Núñez, "Tito" Gómez y Joaquín Sheridan.


REENCUENTRO

Años más tarde, en 1986, Ricardo "Tito" Gómez se "reencuentra" con el  "Gringo" Sheridan (habían sido compañeros de grupo en "Los de Imaguaré") y forman el "Grupo Reencuentro" junto también a los hermanos Miguel Angel "Michel" Sheridan y Santiago "Bocha" Sheridan, más Orlando "Carozo" Gutiérrez (los hermanos "Gringo" y "Michel" Sheridan habían dejado "Los de Imaguaré" en el año 1985). Con esta agrupación grabaron los dos primeros discos "Neike chamigo" (1986) y "El canto de nuestra gente" (1987). Más tarde se va "Carozo" Gutiérrez y entra Carlos Miño. Con esta nueva agrupación graban "Por el viejo camino" (noviembre de 1988), siendo el último disco que graban los hermanos Sheridan ya que fallecen trágicamente en 1989 en Bella Vista. En el año 1992, el grupo graba el disco "Al fin de cuentas" y acá aparece nuevamente "Niña del ñangapirí" con las voces de Santiago "Bocha" Sheridan (1ra. voz), Mario Prieto Linares (2da. voz) y "Tito" Gómez (3ra. voz), más el acompañamiento de "Pocholo" Airé en guitarra y Roberto Romero en acordeón. Este fue el último disco de "Reencuentro" en el que participó "Tito" Gómez. Posteriormente, el grupo graba el último trabajo titulado "Por este sueño azul" (año 1993) con otros integrantes (Santiago "Bocha" Sheridan, Mario Prieto Linares, Ramón "Pocholo" Airé y "Ricardito" Silva).



Grupo "Reencuentro" (Año 1987). De izquierda a derecha: Miguel Angel "Michel" Sheridan, Carlos Miño, Joaquín "Gringo" Sheridan, Ricardo "Tito" Gómez y Santiago "Bocha" Sheridan.


Resumiendo...

Participación de Ricardo "Tito" Gómez en grabaciones con "Los de Imaguaré":
"El camino del amor" (1979)
"Chamamecero" (1980)
"Nuestro canto" (1981)

Participación de Ricardo "Tito" Gómez en grabaciones con "Grupo Reencuentro":
"Neike chamigo" (1986)
"El canto de nuestra gente" (1987)
"Por el viejo camino" (1988)
"Al fin de cuentas" (1992)


NIÑA DEL ÑANGAPIRÍ

Por Ricardo "Tito" Gómez

Corrían los años '70 y siempre apasionado por las motos, me enteré que había llegado una al pueblo, fui a verla y me quedé muy loco, más que de costumbre. Yo ya tenía una, muy maltrecha de tanto correrla pero ésta era cero kilómetro y sabía que si la compraba la iba a poder preparar para las carreras de motos que siempre fueron mi pasión, paralelamente con la música. Tan maravillado me tenía esta máquina, que me iba todas las noches a mirarla a la mueblería de Seiguer con un temor parecido al pánico para que nadie me la comprara. Además, sabía, que de vender la mía podría comprarla con el dinero obtenido por esa venta a crédito porque don Seiguer ya me había financiado la primera moto y yo había cumplido con regularidad las cuotas, o sea, que tenía el crédito asegurado para la nueva. Entonces puse un aviso en el diario y en esa espera estaba cuando me llamó Julián para que fuera a la Iglesia Las Mercedes, de mi pueblo adoptivo de Mercedes, soy nacido en la Liverpool del chamamé o sea, Curuzú Cuatiá, gracias a Dios. A regañadientes fui y me dijo que quería que le pusiera música a un nuevo poema, ya que él, me había elegido como su melodista, era su elegido, cosa que no me resultaba tan simpática en ese momento motoquero en el que estaba, como diría el genio escritor de mi hermano Bosquín Ortega, vivía mis locuras "equidistante de manubrios y diapasones". Entonces tomé la guitarra y le puse la música de la primera parte y me asaltaron las ganas de saber si podía concretar la operación de la moto nueva; resultado... quedó la melodía por la mitad y le dije: "me voy Julián porque tengo que hacer". En el altillo que queda frente a la Iglesia de Las Mercedes, donde nos reuníamos todas las tardes a ensayar "Los Hijos del Paiubre", se juntaron Joaquín "Gringo" Sheridan, Francisco Cerimele, Carlitos Núñez, Julio Cáceres y el propio Julián Zini, a tratar de completarla con la música del estribillo. Después de vanos intentos infructuosos ya que los versos de "ese estribillo" tenían una métrica bastante larga que requería un desarrolllo melódico importante, no lo podían terminar. Entonces Julián dijo: "acá hay una sola salida, hay que llamarlo a Tito" y alguno de los allí reunidos le dijo: "vo´ nomá sabé que el loco va a venir, si está desesperado tratando de vender su moto". Entonces Julián con una sonrisa socarrona contestó: "ya vas a ver cómo va a venir". Yo estaba plastificado al lado del teléfono esperando que me llamaran para comprarme mi vieja moto, entonces apenas sonó el teléfono, con toda premura levanté el tubo y del otro lado que escuché? La voz de Julián que me decía: "vení rápido para acá que aquí hay un comprador para tu moto". Las cuadras que me separaban de la Iglesia eran apenas metros para mi ansiedad. Iba en la vieja moto a todo lo que daba, despreciando la aceleración, los frenos, y pensándome regresando en la nueva máquina. Cuando llegué al altillo, le pregunté a Julián: "¡¡¿Dónde está el comprador de mi moto?!" y respondió él: "En seguida viene, fue a hacer una diligencia y ya vuelve". Me puso una guitarra en los brazos, la letra enfrente de los ojos y encendió un grabador diciendo: "mientras tanto, terminame pues la canción que me dejaste inconclusa", y yo sin ninguna gana y como para que me deje de hinchar el cura, le puse la música del estribillo como al descuido, porque mi mente estaba en ese otro tema que me tenía preocupado.


Jamás imaginé que esa canción hecha como al descuido, iba a ser el clásico que me identifica en la actualidad, más que ninguna de mis otras canciones. Los misterios que tiene la gente cuando hace suya una canción...Un lindo recuerdo...


La foto es meramente ilustrativa, aunque la "Niña del ñangapirí" era una cosita así, muy similar a la niña de la foto en lo de bellamente juvenil...

Nota del administrador del blog: al final..."Tito" vendió la moto y se compró la nueva...



NIÑA DEL ÑANGAPIRÍ

Letra: Julián Zini
Música: Ricardo "Tito" Gómez


Hoy anduve por el monte de mis años inocentes
pellizcando la dulzura roja del ñangapirí,

y un noviembre de hace mucho se estrujó contra mis dientes,

y sangró un bello recuerdo de mi tiempo cunumí...

Yo era chico todavía, gurisito cabezudo,

que aprendió a robarle al monte su dulzor primaveral.

Y esa siesta entre zorzales, fui pombero corajudo
cuando te cambié un puñado por un beso, te acordás...?

Yo me fui como los ríos, sur abajo de la vida...
Vos quedaste en mi Corrientes y ya nunca más te ví...
Hoy que vuelvo niño-hombre con el alma dolorida,
te recuerdo emocionado, niña del ñangapirí...!

Recitado

Y ojalá que un viento norte, 
de esos vientos musiqueros
que en la noche de mi pueblo
desparraman serenata y sapukay,
lleve lejos, no sé a dónde...
y te deje en tu ventana 
esta flor de mi ternura
que nació por recordar...

Yo era chico todavía, gurisito cabezudo,
que aprendió a robarle al monte su dulzor primaveral.

Y esa siesta entre zorzales, fui pombero corajudo

cuando te cambié un puñado por un beso, te acordás...?

Yo me fui como los ríos, sur abajo de la vida...

Vos quedaste en mi Corrientes y ya nunca más te ví...

Hoy que vuelvo niño-hombre con el alma dolorida,
te recuerdo emocionado, niña del ñangapirí...!

"Niña del ñangapirí", por "Los de Imaguaré" (año 1978, disco "Viajeros de sueños"). Canta: Julio Cáceres.

"Niña del ñangapirí", por "Grupo Reencuentro" (año 1992, disco "Al fin de cuentas"). Cantan: "Bocha" Sheridan, Mario Prieto Linares y Ricardo "Tito" Gómez.

viernes, 22 de abril de 2016

Sintiendo tu bandoneón (chamamé) - Partitura musical

Hola amigos.
Quiero dejarles esta partitura para bandoneón del chamamé "Sintiendo tu bandoneón" que compusiera el músico Ricardo "Tito" Gómez dedicada a su amigo Joaquín "Gringo" Sheridan. Ambos eran integrantes del "Grupo Reencuentro" cuando grabaron este tema a fines de 1987. El mismo estuvo incluido en el álbum "El canto de nuestra gente", siendo el 2do. disco grabado por el grupo (el primero fue "Neike chamigo!" en el año 1986). 
Al momento de grabar el disco "El canto de nuestra gente", el grupo estaba conformado por:

Miguel Angel "Michel" Sheridan - 1ra. voz, dúos y guitarrón
Orlando "Carozo" Gutiérrez - 1ra. guitarra
Joaquín "Gringo" Sheridan - bandoneón y acordeón de 2 hileras
Ricardo "Tito" Gómez - dúos, 3ra. voz y guitarra
Santiago "Bocha" Sheridan - 1ra. voz y 3ra. alta

La persona que hizo la transcripción de la partitura fue Aldo Carlos Verón para el blog "Locos por el fueye" del amigo Martín García a quien agradezco la gentileza en dejarme compartir este material.
Pablo




lunes, 20 de julio de 2015

Ricardo "Tito" Gómez - Videos

Hola a todos.
"Tito" Gómez integró el conjunto "Los de Imaguaré", así como fue uno de los creadores (junto a Joaquín "Gringo" Sheridan) e integrante del recordado "Grupo Reencuentro". Sobrevivió milagrosamente a aquel fatídico accidente (Bella Vista, Corrientes, 8 de septiembre de 1989) en el que perdieran la vida los hermanos "Gringo" y "Michel" Sheridan, "Chango" Paniagua, "Zitto" Segovia, "Yacaré" Aguirre, Johnny Bher, además de los dos choferes del colectivo. Actualmente se encuentra radicado en Rio Grande do Sul (Brasil), donde a través de su pluma todavía sigue brindando sus poesías y canciones, frutos de su particular inspiración.
Chamigo "Tito", aquí están estos videos que vos mismo me pediste que los publique en este blog. Mi aprecio y mis respetos sinceros hacia vos.
Un abrazo
Pablo



Ricardo "Tito" Gómez y Joaquín "Gringo" Sheridan del "Grupo Reencuentro", y Ricardo Scófano y "El Chango" Paniagua del "Trío Corrientes". Aprox. año 1989. Fotografía de Carlos "Mange" Casís.

01. QUÉ LOCURA DE QUERERTE. Chamamé de Ricardo "Tito" Gómez. Voz: "Charito" Colque. Guitarra: Martín Sena. Ensayo.



02. DEJAME VOLAR CONTIGO. Chamamé de Marta Quiles y Ricardo "Tito" Gómez. Canta: Patricia Duré. Programa "El portón del Litoral" (Canal 10 de Rosario, Santa Fe). Conducción: María Elena Sosa.



03. GRUPO REENCUENTRO DEL AÑO 1989. Teatro Oficial "Juan de Vera", Corrientes capital. Año 1989. Aproximadamente un mes antes del accidente. Músicos: Joaquín Adán "Gringo" Sheridan, Miguel Angel "Michel" Sheridan, Ricardo "Tito" Gómez y Carlos Miño. Interpretan: "El hornerito" - rasguido doble (Julio Luján - Pirca Rojas). "Niña de ñanguipirí" - chamamé (Julián Zini - Ricardo "Tito" Gómez). "Nuestros sueños y la distancia" - chamamé (Julián Zini - Joaquín Sheridan - Ricardo "Tito" Gómez).



04. GRUPO REENCUENTRO DEL AÑO 1990. Ricardo "Tito" Gómez, Santiago "Bocha" Sheridan, Mario Prieto Linares, Juan Manuel Silveyra y Carlos Miño. Canal 9 de Resistencia, Chaco.



05. TIEMPO DE REENCUENTRO - chamamé (Ricardo "Tito" Gómez - Joaquín "Gringo" Sheridan). Este tema fue compuesto en un tren que lo llevaba a "Tito" Gómez al primer ensayo con el "Gringo" Sheridan, a solas con él, para armar el repertorio que daría vida al "Grupo Reencuentro" (1986-1989). Una curiosidad de este video del año 1986: participa "El Zurdo" Villordo, integrante de la primera formación del grupo y que no llegó a grabar con "Reencuentro" (que en sus inicios se llamó "Quinteto Reencuentro" y que más tarde "Tito" le cambió de nombre). En el primer disco participó Orlando "Carozo" Gutiérrez en reemplazo de "El Zurdo" Villordo.


06. GRUPO REENCUENTRO DEL AÑO 1988. En la yerra de San Cirilo de "Cambá" Abel. Músicos: Joaquín Sheridan, Miguel A. Sheridan, Ricardo "Tito" Gómez y Santiago "Bocha" Sheridan. Caballito de batalla (Tilo Escobar). Ajhá potama (Evaristo Fernández Rudaz). 



07. COMO AYER - chamamé (Ricardo "Tito" Gómez). Cantan: "Tito" Gómez y Sebastián Sheridan (hijo de Mario Sheridan y sobrino de "Gringo" y "Michel" Sheridan). Actuación en radio.



08. DE ESTE NUEVO AMOR - chamamé (Ricardo "Tito" Gómez). Interpreta: Claudio Feyen.

martes, 13 de julio de 2010

Roxana Olivera - Demo


Hola amigos.
Desde la ciudad entrerriana de Federal, Roxana Olivera nos quiere dejar su humilde demo que incluye 4 temas grabados en el año 2006. 
Tuve el gusto de conocerla personalmente hace unos 10 años en Oro Verde en donde vivíamos los dos, pero ni ella ni yo sabíamos quién era uno y el otro. 
Por esas cosas de la vida, compartió su vida junto a Ricardo "Tito" Gómez, y llevaron sus creaciones musicales por Entre Ríos y Corrientes, provincia esta última en la cual también se establecieron un tiempo.
Saludamos también a "Tito" desde aquí en donde quiera que esté y le auguramos muchos éxitos.
Muchas gracias Roxana y que tengas muchísima suerte con este camino que has elegido.
Un saludo a la distancia.
Pablo


01. DE ORO VERDE Y SOL - chamamé (Letra de Ricardo "Tito" Gómez - Música de Ricardo "Tito" Gómez y Roxana Olivera).
02. A LUCIANO LADISLAO - rasguido doble (Letra y Música de Ricardo "Tito" Gómez).
03. PARA MI MUSIQUERO - chamamé (Letra de Martha Quiles - Música de Ricardo "Tito" Gómez).
04. EN PARANÁ - chamamé (Letra y Música de Ricardo "Tito" Gómez).


Temas grabados en el año 2006 en Corrientes integrando el "Ricardo Tito Gómez Trío".

Músicos:
Roxana Gómez: 1ra. voz.
Ricardo "Tito" Gómez: 2da. voz, 2da. guitarra y bajo.
Pablo Del Valle: bandoneón.
Oscar "Cacho" Núñez: 1ra. guitarra.


Contacto:
Roxana Olivera (Federal - Entre Ríos - Argentina)
Cel. 03454-154 66070
rhpositivo2002@hotmail.com
http://www.chamigos.com/profile/RoxanaOlivera

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miércoles, 17 de febrero de 2010

Entrevista a Ricardo "Tito" Gómez en Apóstoles (Misiones)

Hola a todos.
El amigo "Tito" Gómez nos hace llegar este video de una entrevista realizada anoche martes 16 de febrero en la ciudad de Apóstoles (Misiones) y en donde cuenta sus nuevos proyectos musicales, entre ellas con el poeta Gustavo Machado (otro gran amigo de este blog) y con grandes artistas como Marci Romero, Zuni Aguirre, los hermanitos Núñez, entre otros.
El video se encuentra en el sitio www.tucorrientes.com
Desde aquí le enviamos el mayor de los éxitos.
Muchas gracias "Tito" por tu gran aporte al cancionero del Litoral y vaya el reconocimiento de este blog para vos.
Un abrazo.
Pablo


Usuario Youtube: maq764

martes, 11 de agosto de 2009

Grupo Reencuentro - Neike chamigo (1986)



Hola a todos.
Completamos con este disco, la discografía del "Grupo Reencuentro".
Corría el año 1986 y Ricardo "Tito" Gómez junto con los hermanos Joaquín "Gringo" y Miguel Angel "Michel" Sheridan se desvinculaban de "Los de Imaguaré" para dar origen al "Grupo Reencuentro", en compañía del "Bocha" Santiago Sheridan (recién repatriado desde Asunción del Paraguay) y Orlando "Carozo" Gutiérrez. Comenzaron con el nombre de "Quinteto Reencuentro".
Con esta agrupación grabaron los 2 primeros discos: "Neike chamigo" y "El canto de nuestra gente". Más tarde "Carozo" Gutiérrez abandonaría el grupo para ser músico de Teresa Parodi y daría lugar a Carlos Miño.
Mención aparte merecen las letras del padre Julián Zini.

Las vidas de "Gringo" y "Michel" quedarían truncadas para siempre en aquel fatídico 8 de septiembre de 1989 en Bella Vista.
El "Bocha" Sheridan sería el único integrante que estaría hasta la desaparición del grupo.

Los discos grabados fueron:
"Neike chamigo" (1986)
"El canto de nuestra gente" (1987)
"Por el viejo camino" (1988)

"Al fin de cuentas" (1992)

"Por este sueño azul" (1993)


Agradecimiento al amigo GC de "Tarragoseando" por la carátula.
Hasta la próxima.

Pablo


01. NEIKE CHAMIGO
- chamamé (Joaquín Sheridan - Julián Zini).

02. TIEMPO DE REENCUENTRO - chamamé (Ricardo "Tito" Gómez - Joaquín Sheridan).
03. PORQUE ASÍ VENCÍ A LA MUERTE - chamamé (Joaquín Sheridan - Julián Zini).
04. ACUNÁNDOTE GUITARRA - chamamé (Ricardo "Tito" Gómez - Néstor "Rudy" Flores).
05. PESCADOR DE LA AMISTAD - chamamé (Joaquín Sheridan - Mario Alberto Roteta).
06. LO QUE YO MÁS QUIERO - chamamé (Ricardo "Tito" Gómez - Julián Zini).
07. CHAMAMÉ DEL ESPÍRITU SANTO - chamamé (José Elgul).
08. TUPASY ROGA - chamamé (Joaquín Sheridan - Ricardo "Tito" Gómez - Julián Zini).
09. NOCHERO DE SOLEDAD - chamamé (Ricardo "Tito" Gómez - Joaquín Sheridan).
10. A MIS AMIGOS - canción (Alberto Cortez).
11. CUANDO ME DUELE TU AUSENCIA - chamamé (Ricardo "Tito" Gómez - Julián Zini).
12. CANCIÓN PARA TU TERNURA - chamamé (Joaquín Sheridan).

Músicos:
Miguel Angel "Michel" Sheridan - 1ra. voz, dúos y guitarrón
Orlando "Carozo" Gutiérrez - 1ra. guitarra
Joaquín "Gringo" Sheridan - bandoneón y acordeón de 2 hileras
Ricardo "Tito" Gómez - dúos, 3ra. voz y guitarra
Santiago "Bocha" Sheridan - 1ra. voz y 3ra. alta.


(P) 1986

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lunes, 8 de septiembre de 2008

A 19 años de la tragedia de Bella Vista

Hola amigos:
Un día como hoy, 8 de septiembre del año 1989, ocurría quizás la mayor tragedia en cuanto se refiere a pérdidas de vidas humanas vinculadas a la música del Litoral.
El río Paraná, aquel al cual le cantaron cientos de veces, se llevaba a jóvenes talentosos y que tenían muchísimo más para brindar. Los fallecidos fueron los hermanos Miguel Angel "Michel" y Joaquín Adán "Gringo" Sheridan, Zitto Segovia, el "Yacaré" Aguirre, el "Chango" Paniagua, Johnny Bher y los dos choferes del colectivo.

A continuación, la historia real de los hechos contada por uno de los sobrevivientes: Ricardo "Tito" Gómez.

Ricardo "Tito" Gómez
(Fotografía obtenida en www.titoyroxana.com.ar)

Grupo "Reencuentro"
Santiago "Bocha" Sheridan, Miguel Angel "Michel" Sheridan, Joaquín "Gringo" Sheridan y Ricardo "Tito" Gómez. Año 1986. Villa Urquiza, Entre Ríos.

(Fotografía obtenida en www.titoyroxana.com.ar)

El comienzo de la tragedia...

El final de la tragedia...


Monumento a los músicos fallecidos, en la Plaza de los Músicos Chamameceros, a orillas del río Paraná.


Placa recordatoria a los músicos desaparecidos en la Plaza de los Músicos Chamameceros.


Nota: salvo que se diga lo contrario, todas las fotografías pertenecen al autor del blog.

Más fotografías en Mi álbum personal.



"Convocados para representar a Corrientes en el Festival Internacional de Folklore en Niza, Francia, comenzamos a ensayar un grupo de conjuntos, solistas, cuerpos de danzas y recitadores en las instalaciones de la Sociedad Italiana.
Habíamos logrado una cohesión y un nivel artístico, quizás inalcanzado en Corrientes.
Prestigiando esta delegación, acudieron a participar artistas de Resistencia, Chaco. El resultado, con la genial puesta en escena de Dante Cena, desbordó la más exigente de las expectativas.Muchos fueron los sueños depositados en ese viaje. Por nuestra parte, nosotros, los de “Reencuentro”, utilizaríamos solamente el pasaje de ida. Desde Francia, pensábamos viajar a España donde nos esperaba uno de los guitarristas de Alfredo Zitarroza, el entrerriano “Dioni” Velázquez. Éste, nos había escuchado en su pueblito natal de Santa Elena, en el “Festival de la Chamarrita”, y quedó muy impresionado por la forma en que sonaba nuestro conjunto. Apenas bajamos del escenario, lo apartó al “Gringo” quien luego de dos horas de conversación, me contó que “Dioni”, quién residía desde hacía años en España nos proponía que fuéramos todos a intentar suerte allá – por supuesto, nos dijo, yo quiero tocar con ustedes la primera guitarra - Lamentablemente, muy lamentablemente, ese viaje no se concretó: a 24 horas de la partida, el entonces Director de Turismo Julio Traynor, suspendió sin motivo aparente nuestra participación en el festival. La indignación de todos fue enorme; para solventar los gastos del viaje muchos habían malvendido sus departamentos ó sus automóviles... para nada…Como la integridad de ese funcionario corría peligro, éste optó por desaparecer de su lugar de trabajo y de su domicilio por largo tiempo. Indignados, pero decididos a no dejarnos abatir por tantos sueños estafados, resolvimos mostrar al pueblo de Corrientes cuánto valíamos y la calidad de lo que se iba a presentar en Francia. Comenzamos debutando en el Teatro Vera con un lleno total. Sigue imborrable en mí, el recuerdo de la emoción con que nos abrazamos todos al cerrarse el telón.
Un mes más tarde, el viernes 8 íbamos a presentar nuestra delegación en Bella Vista. El sábado 9 nos tocaba ir a Formosa, y el domingo 10 estaba previsto el Domo del Centenario de Resistencia.Con cierto retraso, partíamos desde Corrientes rumbo a Bella Vista. Apenas llegamos, descendimos todos en el Club Juventud; los cuerpos de danzas se quedaron para ensayar, la gente de sonido de FONEA (Raúl Díaz y Patricia Semper), también descendió junto al equipo de iluminación y efectos especiales, para montar todo y preparar el espectáculo de la noche. De pronto “Yacaré” Aguirre dijo en voz alta: “a ver, vengan conmigo a la radio todos los músicos para que Bella Vista se entere de que ya llegamos”. Partimos en el mismo micro, trece personas, diez músicos, dos choferes y un bailarín llamado “Puchi” González, que, como estaba cansado, (había vuelto de una peregrinación a Itatí), ni se enteró que, sería involuntario protagonista de la tragedia, puesto que no se bajó en el Club ni en la radio, y continuó durmiendo en su asiento del micro.Dante Cena, que era el encargado de la puesta en escena de “La delegación” nos dijo antes de salir hacia la radio: “miren que los quiero aquí a las 18:30 para ensayo general, eh?”. Mientras cantábamos, se había generado un clima hermoso entre los músicos que estábamos tocando en la radio, los operadores y la gente de la misma, que sin avisar, alguien trajo una cámara filmadora y comenzó a filmar todo lo que estaba aconteciendo en ese momento. De pronto miré mi reloj: marcaba las 19:30 y pensé para mí: “Uhhh, Dante debe estar nervioso porque nos retrasamos”. Eran las 19:40 cuando ascendimos nuevamente al micro. Escuché una voz que no pude precisar de quién era, que le dijo al chico que manejaba: “¡dale, dale, que llegamos tarde!”. Al poner en marcha el Aklo, (tal era la marca del colectivo), de procedencia inglesa, muy antiguo y maltrecho, observé encendida en el tablero una luz roja, la que según después supe, indicaba falta de aire en el compresor, ya que éste, se había descargado en su totalidad a través de los pulmones de freno averiados. Llegamos a la esquina, donde debíamos girar a la izquierda para retomar la calle Buenos Aires, pero una camioneta mal estacionada, nos impidió la maniobra. Nuestro chofer, colocó entonces la trompa del vehículo en la bajada, trabando por precaución la rueda delantera derecha contra el cordón derecho de la vereda. Luego, en reversa, intentó retroceder ese par de metros. Pese a acelerar a pleno motor, no consiguió salir de la bocacalle que sería luego nuestra trampa mortal. El chofer no sabía que al final de esa bajada estaba el Paraná, que de día, se divisa claramente desde allí; pero había oscurecido y nuestra visión llegaba tan sólo, hasta donde alumbraban los faros del micro.Ante lo infructuoso de los intentos, Ricardo Scófano, (nacido en Bella Vista y conocedor de la zona), le dijo al conductor: “esta porquería no va a subir marcha atrás, mas vale que des la vuelta por abajo y salimos por la otra calle”. Obviamente, nadie, excepto el chofer, sabía de la falta de presión en el compresor. Ante el apuro de los que conducían “La Delegación”, el chofer, creyendo que esa bajada se transformaría luego de unos metros en terreno llano, destrabó la rueda delantera para continuar la marcha por esa calle. Ya en los primeros metros del recorrido, el micro fue tomando una aceleración inusitada, y la primera curva de la pendiente ya la tomó fuera de control, balanceándose hacia los costados. ¡¡¡Los frenos no funcionaban!!! ¡¡¡Mis ojos iban fijados en los brazos del conductor ya que de ellos dependía mi vida!!! Como no sabía que debajo de la pendiente estaba el río, yo esperaba en cualquier momento el corte en la carne o la fractura en los huesos, ya que esperaba el impacto del vehículo sin control contra algo o el vuelco, pero jamás el agua!!!.El pánico se generalizó: entre los gritos de los que estábamos dentro, recuerdo la voz de Ricardo repitiendo desesperadamente: “¡¡¡este colectivo no tiene frenos!!!” “¡¡¡este colectivo no tiene frenos!!!”. Esos gritos, sumados a los gritos de terror de todos los que íbamos arriba del micro y el fragor de los neumáticos del Aklo rodando a toda velocidad fueron lo que más impresionó - según supimos después - a los testigos presenciales de la caída. Un peritaje ulterior, estableció que habíamos alcanzado los ¡104 km./h.!. Luego de unos 300 metros de carrera desenfrenada, el colectivo despegó el tren delantero del suelo, volteó como a un junco una palmera, y con las ruedas traseras derribó la baranda de la costanera. Un par de segundos antes de iniciar el vuelo por el aire, Scófano gritó: “¡guarda que nos vamos al agua!”.Zitto Segovia, que iba sentado en el apoyabrazos del asiento contiguo al mío, pasillo de por medio, me aturdió con otro grito desgarrador: “¡Jesús, yo no sé nadaaar!”. En tanto, la actitud de Carlos Miño, que estaba a mi lado, contrastó por lo serena, con el terror de los demás: abrió en el aire la ventanilla correspondiente a nuestro asiento, previendo quizás la necesidad de una vía de escape. La altura que verticalmente separó el punto en que nuestro micro abandonó la bajada, de la superficie del agua, era de aproximadamente 15 metros. Hay que sumar a eso, la distancia que con que el impulso que traíamos, nos proyectó hacia el cauce del río. Decir 20 metros quizás sea quedarse corto. Durante esa parábola mil pensamientos surcaron vertiginosamente mi cerebro. Cuesta admitir cómo y por qué, tantas vivencias pueden desfilar por la mente en tan breve tiempo.
El peso del motor inclinó la trompa del micro hacia abajo, haciendo que éste cayera en zambullida vertical contra el agua. Al impactar, estalló el parabrisas y el agua irrumpió violentamente al interior, impidiendo a los choferes despegarse de sus asientos. Recuerdo que hacía mucho frío, razón por la que todos íbamos abrigados con camperas y todas las ventanillas del micro estaban cerradas. Conté uno, dos, tres antes que el agua me cubriera. - Difícilmente, un ser humano normal, sería capaz de pensar que hacer en tres segundos -. Aspiré hondamente aire en mis pulmones, y una fracción de segundo antes de entrar en el túnel oscuro alcancé a ver que Carlos Miño, ya tenía medio cuerpo fuera de la ventanilla. Actué rápidamente; no sé si por imitación ó por inspiración divina: me tomé del parante de la ventanilla, esperé que Carlos terminara de salir y ya sin ver nada, intenté seguirlo. Lo que entiendo que fue la succión del colectivo al hundirse, me impedía desprenderme de él. Recién cuando éste tocó el fondo del río, conseguí despegarme. Sin saber nadar, braceando desesperadamente, y sin saber cómo, salí, al cabo de una eternidad, a la superficie. Sin mis anteojos y en plena oscuridad, no alcanzaba a divisar ningún punto de referencia más allá de escuchar los gritos de mis compañeros de infortunio, pidiendo desesperadamente auxilio. Pensaba – ojalá que no me dé un calambre, ojalá que ninguno de los que están alrededor mío se me aferre, porque nos ahogaríamos los dos –. A lo único que atiné fue a conservar la calma; me lo repetía en silencio una y otra vez, conciente de que era preciso ahorrar energías y controlar el pánico. Noté, pese a todo, que mantenerse a flote, no era tan difícil como siempre pensé. En uno de los giros sobre mí mismo divisé lo que (según creí), eran las luces de la ciudad, o de la costanera: me pareció vertiginosa la velocidad con la que se desplazaban de derecha a izquierda. Comprendí entonces que la corriente del canal me estaba arrastrando rápidamente río abajo. El río estaba inusitadamente encrespado esa noche. Atiné a gritar, tímidamente al principio, y luego con vigor: "¡socorro!, ¡auxilio!", acción que logré sólo a medias, puesto que el agua que se introducía en mi boca sólo me permitía pronunciar la primera mitad de cada palabra. Después de unos minutos, que me parecieron eternos, interminables, para mi fortuna, “Mozú” (Moussou), un pescador que escuchó mis desesperados pedidos de auxilio, corrió por la costanera hasta el lugar desde el cual el río me llevaba inexorablemente hacia la muerte. ¡Vení nadando para acá! - me gritó - ¡¡¡No sé nadaaaar!!! fue mi respuesta en igual tono. Escuché entonces: ¡ahí va un salvavidas!...El único sentido que conservaba, mi oído, ya que mis anteojos de ver, los perdí al primer contacto con la corriente, me orientó en el momento en que braceé como pude, hacia donde me pareció que había chapoteado al caer, el providencial auxilio. Como pude me introduje en el salvavidas, que me colocó a ras del agua, horizontalmente. Recién entonces, tomé conciencia de que había estado flotando en posición vertical. Alcancé la costa con mucha dificultad ya que repito, no sabía nadar y, cuando ya estaba al límite de mis fuerzas, mi salvador me ayudó a trepar a la costanera. Le grité entonces: “¡corré a auxiliar a los demás!”, creyendo que por haberme salvado a mí, tenía facultades para hacerlo con los otros…Cada vez que recuerdo ese dramático percance y la tan desventajosa situación de la que logré escapar con vida, pienso en la mano que Dios nuestro Señor me tendió, fue algo mucho más tangible, que un mero empirismo de la Fe. Fue su providencial amparo lo que me apartó del infortunado destino que corrieron los otros ocho. Las víctimas fueron: los dos choferes del colectivo, Joaquín Adán y Miguel Ángel “Míchel” Sheridan, “Yacaré” Aguirre, Jhony Bher, “Chango” Paniagua y Zitto Segovia. Diría yo el domingo 10, cuando con Alfredo Humberto Norniella, el único periodista con el que, en razón de su vieja amistad conmigo y con el grupo, acepté hacer una nota televisiva. No me parecía ético hacerlo con todos, ante tamaña tragedia y con la presencia visible de los familiares de las víctimas. Otros, no lo entendieron así…Luego de los interminables sollozos que dejara Alfredo sobre mi hombro, alcancé a balbucear frente a la cámara: “sólo Dios sabe por qué unos sí y otros no”... y el llanto me impidió seguir…Ya en la costa, sólo, perdido, aterrado y en estado de shock, y sin poder ver nada a mi alrededor, sólo lloraba… no sabía para donde ir!!! De pronto reconocí una voz que gritaba “¡Titooooo, Titoooo!” y divisé una sombra que emergió de la oscuridad y se me aproximaba corriendo. Era Ricardo Scófano... Abrazados, lloramos por largo rato. Los suboficiales de la Prefectura nos condujeron a las dependencias internas del destacamento. Nos abrigaron con frazadas, que no alcanzaban de ninguna manera, para mitigar el frío del alma...Me sentía abismado, no entendía nada; las secas órdenes y los silbatos sólo contribuían a confundirme más. Llegó poco después a lo que sería nuestro primer contacto con tierra firme, Julio Acebal, un amigo de los músicos de Reencuentro, y me dijo: “vamos a casa, Tito”. Moviendo la cabeza me negué: pensaba que permaneciendo allí haría posible algún milagro más...Recién después logré entender que los que no habían salido hasta ese momento, ya no tendrían chance de sobrevivir. Cuando yo providencialmente lo logré, ya estaba más allá del límite de mis fuerzas y de mi aliento... por lo tanto, los demás…En tanto, una chica del Cuerpo de Danzas Tradicionales “Guada”, me quitaba las botas y las medias empapadas al tiempo que compartía mi llanto y mi impotencia. Me parecía imposible que mis amigos Gringo y Michel, con quienes había compartido 20 años de música, ya no estuvieran... Me di cuenta entonces, de lo infructuoso que era permanecer allí, en ese lugar lleno de órdenes inútiles y sin sentido, con el que yo no tenía nada que ver. A diferencia de lo que dijeron todos los medios, radiales, televisivos y escritos, la Prefectura no salvó a nadie. Su lancha permaneció amarrada a la costa porque no tenía combustible, y ninguno de los oficiales, suboficiales ó marineros que presenciaron todo desde la costa, fue capaz de arrojarse al agua, de hacer algo por nosotros... solo los pescadores… a quienes les debemos haber salido con vida, Carlos Miño y yo. Un rato más tarde, fue a buscarme Luisa, la mujer de Julio Acebal, y me dijo: “vamos papito a casa, te voy a sacar la ropa mojada y estarás bien allí”. Ellos, eran los concesionarios del Club de Caza y Pesca, frente al cual pasé flotando mientras la corriente me arrastraba.
Abrazado a Luisa, recorrí tambaleante los 350 metros que hay desde la Prefectura al Club de Caza y Pesca y allí, en una pequeña habitación, esa amiga convertida en mamá – me cambió toda la ropa mojada como si hubiera sido un bebé recién nacido - porque yo no me valía por mí mismo – utilizando para ello, ropa seca de su marido. Luego, las sirenas de las ambulancias, ya que sus tripulantes, no hicieron más que eso: aturdir con sirenas; los médicos que entraron a la habitación donde Carlos Miño y yo intentábamos recuperarnos del espanto, ni siquiera fueron capaces de inyectarnos un tranquilizante; se limitaron a conjeturar sobre estadísticas de siniestros similares. “En estos accidentes, la mayor parte de las muertes se produce por atascamiento, cuando dos ó más personas intentan salir por una misma ventanilla”- recuerdo que comentaban-. ¡Realmente patético...! Dos horas después de la tragedia, reunidos los sobrevivientes en el Club de Caza y Pesca con el resto de la delegación (que se había quedado en el Club Juventud pendiente de la conducta a seguir), me dije: “Nooo, yo no me puedo ir, me quedo acá, eran demasiado amigos míos”. Así que, confundido e impedido para razonar, tomé la decisión de permanecer allí, hasta que sacaran el micro del agua, cosa que recién se hizo el domingo de tardecita. Salió vacío…
Mientras trabajaban los buzos tácticos venidos de Buenos Aires y el personal de la Prefectura para tratar de sacar el micro sumergido, vagaba por la costa del río y lloraba con cada amigo de “Reencuentro” que se había llegado a Bella Vista para acompañarme… una y otra vez, ellos, me pedían detalles de cómo había sido todo y ese relato lo tuve que repetir, una, dos, cien… y ya no recuerdo cuantas interminables veces… Recién cuando el Aclo emergió vacío, el domingo, me dije: “ya no hay nada que hacer aquí”. El sábado, (el día siguiente al accidente), se presentó en mi habitación, personal policial para tomarme declaración testimonial como sobreviviente y yo, que aún continuaba en estado de shock ante la tragedia y la falta de contención médica, obviamente, no supe qué decir. A veces la justicia…Otra de las vivencias que se me quedaron grabadas a fuego en Bella Vista y a la que aún hoy, no he podido encontrar explicación fue ésta que me marcó un determinado camino a seguir, luego del horror: Yo - creo que más que ningún otro- esperaba ansioso que viniera a acompañarnos en el dolor y la desesperanza, y en su condición de hombre más cercano a Dios, el sacerdote Julián Zini. Él, que agrupó a los músicos más talentosos de Mercedes; él, que luego se convirtió en el soporte espiritual y emocional del grupo, esa persona de la que yo tanto esperaba una respuesta a lo incomprensible, tanto en su condición de Ministro de Dios, como de amigo, ...nunca llegó. Ni cuando el accidente, ni en ese interminable año que siguió al mismo. A todo lo que acabo de relatar, y al Gobierno de turno de esos tiempos, le debo el mayor “stress” postraumático de mi vida; el que aún me acompaña, el que me despierta aterrado y jadeante por las noches. El cuadro de alucinación y locura en el que quedé sumido, unos cuantos meses después, motivó mi internación en el Hospital Escuela por un mes, y luego otros tres más, en el Hospital Psiquiátrico “San Francisco de Asís” a instancias de médicos amigos como Walter Nigri, el “flaco” Gallardo y otros doctores más, que como estaba muy “chapita”, no recuerdo su nombre. Quiero destacar en esta parte de mi relato, el aporte incondicional que tanto me ayudó cuando estuve en ese otro trance difícil de mi vida – LA LOCURA - la compañía y la dedicación para atenderme y protegerme de quien era mi compañera en ese entonces, Zuni Aguirre… ella, todos los días venía al Hospital Escuela y luego al Hospital Psiquiátrico, tres veces por día, de mañana, luego cruzaba a Resistencia, luego al mediodía desde donde iba de nuevo a trabajar al Chaco y finalmente a la noche cuando salía de su trabajo. Su cansancio era indescriptible… mi eterno agradecimiento para ella desde este libro, por esta y tantas otras actitudes generosas de amor. Si no hubiera sido por ella, seguramente no hubiese recuperado la razón jamás, pero sus cuidados y su ternura, hicieron posible el milagro.
El domingo por la mañana, al verme llorar desconsoladamente con cada amigo que se acercaba a abrazarme, una monja chiquita, tomando en sus manos el pequeño crucifijo que pendía en su pecho, se acercó y me dijo: “Hijo, nosotros vivimos estudiando esto y ni aún lo podemos entender, (obviamente refiriéndose al sacrificio de Cristo en la cruz) ¿cómo vamos a pretender entender esto otro?” –me dijo señalándome el río… “acepte esto como la voluntad de Dios, que tal vez estaba queriendo cambiarle el rostro a algo o a alguien, para que de aquí, surja un hombre nuevo” – esas palabras fueron un bálsamo en mi alma. Tal vez nunca sepa esa hija de Dios, cuánto me ayudó su actitud de amor."
Ricardo "Tito" Gómez.


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