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jueves, 20 de septiembre de 2018

Crónicas: Afrodescendientes en Entre Ríos

Resumen

El caso de los afrodescendientes de Ingeniero Sajaroff (departamento Villaguay, provincia de Entre Ríos, República Argentina), quienes conservan una oralidad que asocia su presencia allí a la huida desde Brasil de un grupo de esclavizados ocurrida durante el siglo XIX, da inicio a investigaciones que nos llevan a contemplar y aproximarnos al estudio de la población afrodescendiente de la provincia. El objetivo del presente trabajo es aportar nueva información al conocimiento que tenemos en torno a los afrodescendientes del área de estudio. Se presentan los resultados de los trabajos de archivo y campo, y análisis de materiales recuperados. Se indaga en torno a los procesos ligados a la diáspora en la provincia de Entre Ríos durante el siglo XIX.

 

sábado, 19 de julio de 2014

El caballo criollo



Por Francisco Solano Giménez
(Sauce de Luna, Entre Ríos)


Los españoles introdujeron en el actual territorio argentino, los primeros yeguarizos, los que con el paso del tiempo y las aguadas y buenas pasturas naturales, se reprodujeron rápidamente multiplicándose por miles. Luego, como todos sabemos, los padrillos o sea los machos adultos, se apartaron cada uno con un lote o tropilla de hembras, a las que las ganaban peleando con otros machos. El que ganaba la pelea se llevaba la manada y así sucesivamente se fueron haciendo distintas manadas o tropillas. Luego, como habían demasiados en la provincia de Buenos Aires, se comenzaron a expandir a otras provincias, cruzando el río y así surgieron nuestros caballos en Entre Ríos.

Los aborígenes primero sólo los comían, luego vieron de a caballo a los españoles y que les ganaban las guerras a los aborígenes de a pie. Se dieron cuenta que montados a caballo sería una guerra pareja y con posibilidades de vencer a los extranjeros invasores de sus tierras, porque ellos, los aborígenes, eran dueños de la tierra. Pero tropezaron con que, como ellos habían nacido y crecido a pie, se les hizo difícil amansar potros, ya que los boleaban, los tenían entre varios, pero cuando montaban y en pelo, más demoraban en soltarlo que en caer a tierra y les fue al principio imposible domesticar a los equinos. Fue entonces que utilizando su astucia los aborígenes o indios subieron arriba de las copas de los árboles que había en las orillas de los arroyos o ríos; echaban entonces las caballadas arreándolas de a pie entre todos y las hacían tirar al agua. Y allí desde arriba de los árboles, los indígenas saltaban sobre los potros impidiéndoles entre todos que salieran del agua, y como todos sabemos que el animal yeguarizo dentro del agua no corcovea dado a que con sus patas tiene que nadar, allí rigoreaban al potro hasta que no bellaqueaba más. Entonces lo dejaban salir del agua tomándolo entre muchos y atándole guascas y sujetándolo a un árbol. Así comenzó la doma de potros de los indios porque no sabían andar a caballo. Al poco tiempo se hicieron diestros jinetes, tal fue que después fueron más jinetes que el español y el criollo. Manejaron y adiestraron también al montado que, guerrero de a caballo, era poco menos que invencible, y como manejaban tan eficazmente las boleadoras y lanzas, les ganaban las batallas a sus enemigos.

Con el paso del tiempo, el caballo ya amansado, de andar, se lo llamó "montado" o "flete". Esta última palabra que parece tan criolla, viene de voz marina, viene de "flota", ya que los conquistadores a sus carabelas les llamaron "flota" o "flotas". Fue entonces que a su medio de movilidad por tierra le llamaron "flete", de allí hasta nuestros días, le decimos "fletes" a los yeguarizos montados de andar. Así arraigado al criollo con los años, y por ser masculino su nombre, se lo llamó FLETE, y el gaucho suele decir "voy a montar a mi flete", refiriéndose a su montado.


Flete criollo y genuino
en todo fuiste un ejemplo,
se te debe un monumento
en cada pueblo argentino;
has cumplido tu destino
con valor y lealtad,
nos diste la libertad
en todo este continente;
y hoy te prohíbe en la ciudad
la ingratitud de la gente.


Flete indio, que en malones
arrasaste las ciudades
no te pararon zanjones
dejando ranchos quemados,
caracoleando cargado,
prendas y chinas en ancas
en alocada carrera;
fuiste una furia en la Pampa
en la huída malonera.


Voy a evocarte mi flete
durante toda mi vida,
el indio fue gran jinete
y en ancas robó cautivas.
Desde la civilización
a las mismas tolderías
la mujer blanca sufría
el maltrato de las chinas
Cafulcurá cabalgaría
desde Chile a la Argentina.


Caballo criollo en las yerras
enlazando novilladas,
amalhaya tu suerte perra
siempre andás a las cinchadas;
al tranco lento en tropeadas
o en el tropel del malón.
Si sos puro corazón
a tu amo fiel y sincero
por ver grande mi Nación
libre la hiciste primero.


En yerras de rinconadas
había que andar bien montado,
pa' correr un rezagado
apartao de la manada;
gente campera acostumbrada
a no errar tiro de lazo
y no saber del fracaso
si bien montado se encuentra
y siempre saldrá del paso
si en el desierto se adentra.


Yo conocí en este pago
fletes de no creer,
eran como un halago
de atropellar y correr,
se sentía un gran placer
el pegar una pechada,
al toro más cabortero
pegársele a la paleta
o esquivar una cornada
haciéndole una gambeta.


Yo he visto caballos flores
bien domados en la boca
en rodeos hacer primores,
obedeciendo a quien lo toca
sentándose en los garrones.
Yo vi correr cimarrones,
bolearlos bajo el pescuezo
juntándoles las dos manos;
muy camperos los paisanos
a pesar de este progreso.


Yo vi correr en los montes
a toda velocidad
y galopar sin aprontes
en la inmensa oscuridad,
pelar el freno ahí nomás,
tirarse y cruzar un río
nadando como el que más
bandear Gualeguay crecido.
Eran gauchos por demás
de mis pagos de Entre Ríos.

Fuente:
Revista "Cuando el Pago se hace Canto" - Edición Nro. 31. Pags. 57-58. Año 2011. Publicación anual de la Fiesta Provincial "Cuando el Pago se hace Canto", La Paz, Entre Ríos.

domingo, 17 de enero de 2010

Carta a Tarragó Ros fechada en enero de 1941


Hola Pablo.
Tal como te había comentado, aquí te envío la fotocopia de esta histórica carta a Tarragó Ros. La historia es así: cuando se estuvo organizando el Museo "Tarragó Ros" en Curuzú Cuatiá, del interior de una vieja revista cayó una vieja y amarillenta carta de un amor juvenil de Tarragó. Alguien tuvo la virtud de juntarla, guardarla y fotocopiarla. Es del 1ro. de enero de 1941 y la firma una tal Margoth (nota del blog: Tarragó Ros contaba en ese entonces con 17 años). Me encantaría que la pongas en la página porque me parece algo hermoso para el recuerdo de "El Rey del Chamamé" en sus juveniles años.
Un abrazo
Pedro Larroque
"La Hora del Chamamé"

La transcripción es la siguiente (se han corregido la ortografía de algunas palabras y la redacción en ciertas partes de la carta):



Curuzú Cuatiá, jueves 1 de enero de 1941
Señor Tarragó Ros
Mi adorado Tarra
:
Ante todo, Feliz Año Nuevo! Como expresión fiel de mi cariño te mando esas humildes flores, que por hoy, es lo único que puedo ofrecerte.
Elegí jazmines, por que tienen un perfume suave como el amor que me ofreciste; dalias rojas ardientes, por que así es el sentimiento que vos me inspiraste.

Te quiero mi vida y mi único deseo es poder mirarte siempre en tus queridos ojos, oir siempre tu voz que suena a música en mis oídos y sentirte siempre a mi lado porque solo así yo concibo la felicidad.

Tuya para siempre

Margoth


No olviden de visitar "Tarragoseando", el blog más tarragosero de la web.
..

viernes, 11 de septiembre de 2009

Crónicas - Villaguay y su palmera milagrosa


Hola a todos.
Hojeando uno de los números de la revista que publica el Centro Cultural "Cuando el Pago se hace Canto", me llamó la atención este artículo que lo quiero compartir con todos Uds.
Para aquellos que no lo saben, Villaguay es uno de los departamentos de la provincia de Entre Ríos y se encuentra ubicado geográficamente en el centro de la misma.
Probablemente el nombre proviene de diversos vocablos de origen guaraní: "Yaguay" (río de tigre), "Yaguaí" (río del tigrecito), "Ibiyá" (tronco) o "Viyá" (culebra), "Cuá" (cueva), "Y" (agua, río, arroyo). Es decir "Manantial que brota del tronco" o "Río o arroyo de las cuevas de las culebras".
Y aunque el artículo no hace referencia al origen etimológico de la palabra "Villaguay", personalmente opino que efectivamente existe una relación entre dicho origen y la historia de "La Palmera Milagrosa".
A leer entonces...
Gracias Carlos "Mange" Casís.
carlosmangecasis@hotmail.com
Hasta la próxima.
Pablo

VILLAGUAY Y SU PALMERA MILAGROSA

Texto de Miguel Angel Federik
(Villaguay, Entre Ríos)

Hace unos años y confirmando que lo mejor de los "Congresos" son las sobremesas, conocí en Concepción del Uruguay a don Carlos A. Castagnino, descendiente de una familia de genoveses que integra la lista fundadora de nuestra segunda identidad: la de europeos transmigrados hacia la paz y el trabajo en tierras de ultramar ya perdidas por los españoles pero aún no ganadas del todo para nosotros.

Asistimos a una injusta disociación entre la concepción sagrada del suelo en que se vive y la propiedad de los campos que sólo se explotan hasta su degradación. Esa tensión persiste en la dulzura y la rabia de los cancioneros reales y de tanto en tanto emerge en las conductas cívicas, puesto que los pueblos osan decir, osan hacer. La microhistoria está llena de estas semillas.

Y como no podía ser de otro modo, hablamos de nuestra tierra -Villaguay, claro está- y salimos a divagar por esos calderos de la memoria colectiva en que hierven y perduran las cosas reales y las cosas mágicas que constituyen la realidad en que vivimos.

En determinado momento y formando parte de estos prodigios apareció "La Palmera Milagrosa de Villaguay". Don Carlos me preguntó si sabía algo de eso. Le dije que había escuchado hablar, pero sólo en boliches de campaña entre barajas y atardeceres con guitarra como formando parte de esa autoafirmación en el milagro histórico que toda criatura necesita para tenerse en pie en una realidad a secas, generalmente brutal y adversa.

Le contesté que nunca me había animado a escribir algo sobre "ella" porque siendo hombre de ciudad y de letras, nadie me iba a creer y menos si lo decía en un poema, ya que la gente cree más en la televisión -que es una mediación virtual- que en la palabra de un poeta, que sólo es mediadora de mundos reales.

Entonces don Carlos me dijo: "Yo tengo la prueba y se la voy a mandar". Y hombre de palabra, me regaló esa prueba y ahora estoy en frente a la quinta página de "EL CENSOR" de Gualeguaychú del día martes 25 de enero de 1944, escribiendo esa noticia de cuando lo mágico nos visitaba.

Se titula: "EL MILAGRO DE UNA PALMERA FAMOSA ENCLAVADA EN LAS SELVAS DEL MONTIEL" - Leyendas Sugestivas - Una bendición de Dios - Propiedades Terapéuticas - La agonía de los Montes...Y luego cuenta una verdad maravillosa anterior al "realismo mágico", y por supuesto anterior a la desoladora visión satelital de nuestros campos de hoy.

Dice allí Adolfo Perotti: "...Corría el año 1870 cuando apareció en el distrito Raíces Oeste del Departamento Villaguay, campos de los Velázquez, una palmera de características originales que llamó la atención de los vecinos, provocando toda clase de comentarios. Era aquella una época de prolongada sequía, desesperante situación que se agravaba por un horizonte erizado de peligros y amenazas. Ese hermoso ejemplar de yatay que creció paulatinamente, mide en la actualidad dos metros de circunferencia y tiene una altura de dieciocho metros. En el tronco a ras de tierra, presenta un hueco de cuarenta centímetros de profundidad por donde surge permanentemente un chorro de agua cristalina y fresca, con la excepcional particularidad que sustituye inmediatamente la cantidad que se extrae y jamás se rebasa..."

Y como si ésto fuera poco, el artículo se ilustra con una fotografía, para prueba de los incrédulos de siempre. Y viendo ésta -donde hay un hombre en pie- los dieciocho metros de altura se hacen casi creíbles y mirando el caballo y el algarrobal detrás, quizás también su diámetro. Pero esas son artimañas de la fotografía.

Se dice que sus "aguas curativas" eras buscadas por las tropas de Urquiza y los heridos de todos los bandos en las contiendas del ayer. Escuché decir que tenía atado con cadenas un jarro para el caminante...Se dice que era 1870...en albores del Jordanismo. Se dice que esa palmera fue el consuelo del sediento en las Selvas del Montiel...y que hombres estudiosos atraídos por las curiosas leyendas han observado el fenómeno llegando a las más variadas conclusiones...Es decir: no es leyenda. Solamente la vieron con ojos no educados para ver la maravilla. A todos nos asiste siempre alguna forma de sordera en la mirada.

Se cuenta allí que el Dr. López Etchevehere lamentaba "con dolor ver agonizar el monte aborigen". Digo hoy: el Dr. Emiliano Carulla por mismos '40 advertía sobre la destrucción de la Selva de Montiel que se iba como leña por los "puertos naturales" a suplir las deficiencias energéticas de la Europa en guerra, haciéndose portavoz inaugural de cuanto ahora llamamos defensa del medio ambiente, otro consuelo de la primera y última verdad: todos vivimos con una pie en la tierra y el otro en lo sagrado. Nadie podría vivir sólo en el "medio ambiente". Vivimos en la cultura, habitamos más de una lengua. Un rancho lleno de estampitas y una casa llena de bibliotecas, son lo mismo. Nadie se sostiene en pie sin sus ecos y sus diálogos constantes con los vivos y los muertos.

Lo cierto es que un diario de Gualeguaychú de hace más de medio siglo daba noticias de que en el departamento Villaguay había una palmera milagrosa de aguas curativas...También es cierto que hoy no existe. Algunos dicen que la "partió un rayo" repitiendo el ciclo cósmico: "lo que el Cielo da, el Cielo quita". Y sabrá el Cielo por qué lo hizo.

Hacheros actuales de los pocos montes que van quedando entre Villaguay y La Paz me han dicho: "No se crea eso...Toda palmera da agua en las raíces..." amortiguando aquel prodigio...o haciendo gala de ese conocimiento popular que transfiere de una palmera a todas las palmeras las mismas facultades y propiedades maravillosas. Negar lo maravilloso único, también es una estrategia del olvido.

Tuvimos una "palmera milagrosa con aguas curativas" y de ella bebieron y con ella curaron sus heridas los guerreros que inventaron Entre Ríos y de ella daban cuenta los diarios de la provincia y los hombres estudiosos hasta mediados del siglo XX. En la cosmogonía guaranítica la primera tierra se sostenía sobre cinco palmeras eternas. Tal vez la de Raíces Oeste fue una hija sobreviviente de aquellas.

Y tengo la prueba: esta quinta página de "EL CENSOR" de Gualeguaychú del martes 25 de enero de 1944. Y aún no había nacido.

Revista "Cuando el Pago se hace Canto" - Edición Nro. 28. Pags. 79-80. 2008.
Publicación anual de la Fiesta Provincial "Cuando el Pago se hace Canto", La Paz, Entre Ríos.

viernes, 8 de mayo de 2009

El significado de "Panza verde" y "Tagüé"



Hola a todos.
Muchas veces leí y escuché decir "panza verde"..."tagüé"...
Contrariamente a lo que se cree, "panza verde" no se refiere a que los entrerrianos somos grandes tomadores de mate (como nuestros vecinos los uruguayos).
Por otra parte, nuestros vecinos del norte, los correntinos, nos dicen "tagüé...¿pero qué significan realmente estos términos?.

Las respuestas, en este artículo publicado en la Revista "Cuando el Pago se hace Canto".
Muchas gracias "Mange"!

Pablo


Esta noche que hay baile
en el rancho e' la Cambicha
chamamé de sobrepaso
tangueadito bailaré...
Chamamé milongueado
al estilo oriental
troteando despacito
como bailan los tagüé...

"El rancho e' la Cambicha"
de Mario Millán Medina
(fragmento)

Si me llaman "panza verde"
y hasta me dicen "tagüé",
es porque soy entrerriano
en donde quiera que esté.


Coplas anónimas.

"Panza verde"

Así le decían a los soldados del General Justo José de Urquiza, gobernador de Entre Ríos, cuyo uniforme del color rojo era similar al de los federales del Brigadier don Juan Manuel de Rosas, gobernador de Buenos Aires. Sólo lo diferenciaba una pechera blanca prendida al uniforme desde la cintura hasta el cuello, que al arrastrarse entre los yuyos y pastos se teñía de verde, de ahí que los soldados del bando contrario solían llamarlos "panza verde".

"Tagüé"

Este apodo tiene relación con otro hecho histórico: la "Batalla de Caá Guazú", librada el 28 de noviembre de 1841, entre el ejército entrerriano, comandado por el General Pascual Echagüe, y el correntino comandado por el General José María Paz. En aquel tiempo se usaban los trabucos cargados con pólvora por adelante, es decir, por la boca del cañón del arma, y como proyectiles se utilizaban perdigotes (bolitas de plomo). Al disparar los proyectiles, algunos hacían impacto en el pecho y en la cara de los soldados entrerrianos, pero debido a la larga y espesa barba, los proyectiles no penetraban profundamente y no causaban mayores daños. Eso sí...quedaban ensagrentados a causa de los impactos. De ahí viene el apodo de "entrerriano tagüé", que traducido del idioma guaraní, quiere decir "entrerriano pelo duro". Sucedió este hecho a orillas del Arroyo Caá Guazú, en la batalla del mismo nombre, provincia de Corrientes.


Más información: Batalla de Caaguazú


Autor del artículo: Roque Casals (Santa Elena, Entre Ríos).

Extraído de la Revista "Cuando el Pago se hace Canto" - Edición Nro. 26. Pag. 6. 2006.
Publicación anual de la Fiesta Provincial "Cuando el Pago se hace Canto", La Paz, Entre Ríos.

Editor responsable: Centro Cultural "Cuando el Pago se hace Canto".
Coordinación General: Carlos "Mange" Casís, Italia 1395, La Paz (3190) Entre Ríos, Argentina.

E-mail: carlosmangecasis@hotmail.com